Consejo Universitario

Obras de Georgina Pino (q.d.D.g.) y Otto Apuy

Todavía recuerdo las tardes de verano, a mis 17 años, cuando mi hermano y yo íbamos a clases de dibujo y de acuarela con doña Georgina Pino. En aquel entonces, ella y dos amigas suyas, alquilaban un pequeño apartamento en barrio Otoya que servía a su vez de galería y taller de arte, con el nombre de Sokari.

Recién llegando de Barcelona, un mes de marzo de 1977, el joven talento Otto Apuy exhibió su propuesta “El desafecto”, con grabados, collages y dibujos, en los mismos aposentos donde doña Georgina nos impartía clases.

El hermoso catálogo de carátula roja, contenía un texto de José Donoso, “Hay un ojo, pero ese ojo no ve sino que es COLLAGE; hay bocas apenas identificables…”

La emoción de conocer un artista que venía de Europa, -en una época dónde no habían celulares ni internet-, es memorable, aunado a las palabras de la maestra Pino, que como docente en el área de diseño, siempre estaba atenta a explicar la forma y el contenido de las obras.

Hoy, exactamente 42 años después, y por azar del destino, volvemos a unir a estos dos artistas costarricenses de origen chino. Cada uno con un color, grafía y lenguaje propio, pero a la vez único y rico en las historias que pintan con sus personajes.

Georgina, con una obra de reminiscencias al mar, ese vasto horizonte por donde sus antepasados trazaron la ruta desde China a Costa Rica. Otto por su lado, con la pintura como anécdota del recuerdo de dónde venimos y quiénes somos, la herencia innegable de rinde culto a sus antepasados en el país del dragón celeste.

Con profunda emoción, en la nostalgia del recuerdo de doña Georgina, amiga y maestra, y la de Otto, maestro y amigo; tengo el honor de presentar esta pequeña gran muestra de dos artistas que desde siempre trazaron una pincelada en mi alma de artista.

Miguel Casafont Broutin
Representante de Artes y Letras, Consejo Universitario