Galería del Consejo Universitario

Exposiciones

Figuraciones del disenso: gráfica de humor y protesta

 


Exposición: Del 8 de agosto al 15 de setiembre, 2022

Obras:


La exposición

Figuraciones del disenso: gráfica de humor y protesta

La exposición Figuraciones del Disenso, se presenta con la intención de propiciar una reflexión sobre las realidades en las que la gráfica de humor y protesta de los artistas José Pablo Ureña y Laura Astorga Monestel construye diálogos con los medios noticiosos, las redes sociales, el arte visual y las voluntades críticas de las subjetividades politizadas de artistas.

La muestra se divide en dos partes: la primera presenta antecedentes históricos de gráfica de humor político presentes en medios escritos de Costa Rica durante el siglo XX, algunos más independientes que otros, los cuales evidencian el amplio espectro ideológico en disputa. Estas imágenes son suficientes para preocuparnos de las historias que se repiten y las problemáticas sociales que, en lugar de superarse, empeoran.

La segunda parte recopila gráfica de humor y protesta donde los artistas han canalizado su indignación y manifestado su disenso. Estás imágenes trasmiten con bastante detalle una crítica al registro gubernamental y electoral de la realidad costarricense, con sus fallos, incoherencias y lejanos al sentir de las personas.

Los dibujos de Astorga y Ureña no son solo un acto de catarsis sino también de construcción intersubjetiva, donde muchas personas se encuentran para compartir y debatir a partir del espacio abierto que dejan sus trazos.


Los artistas

Laura Astorga Monestel

Mi desahogo gráfico responde a acontecimientos políticos o político-electorales recientes, especialmente aquellos hechos, decisiones o acciones que hacen que me cuestione la falta de seriedad y empatía con la que se legisla, juzga o rige un gobierno, y todo lo que implican esas decisiones para las personas y el medio ambiente.

El dibujo es mi forma de resistir la injusticia, el abuso de poder, la inequidad, la corrupción, y todo lo que implique sufrimiento humano y destrucción de nuestro entorno.

El enojo o frustración al ver, leer o escuchar noticias, trato de canalizarlos mediante dibujos que comparto en redes sociales, aprovechándome de estas plataformas para decir lo que pienso.

Los dibujos son mi forma de catarsis, pero también mi invitación a que más mujeres, especialmente, expresen lo que piensan. Concibo el humor como algo pedagógico, de cuestionamiento propio y colectivo.


José Pablo Ureña

La serie de caricaturas que he dibujado desde el año 2020, ya en el contexto de pandemia y de crisis, surge motivada por ese gran dolor de cabeza que provoca la política costarricense, la cual haría mejor en llamarse política electoral costarricense.

Cuando unos llegan al poder se les olvida qué es gobernar. Mientras tanto, los opositores entran inmediatamente en campaña, pensando cómo arrebatar el poder en la próxima oportunidad. Ninguno de los bandos piensa qué hacer con el poder, más que diseñar artimañas para succionar los recursos del Estado.

La caricatura política la pienso como ese espacio de catarsis gráfica dónde ciudadanos, conocidos y desconocidos, se enteran que tienen muchas ideas y sentimientos en común, también diferencias y discrepancias fuertes, que pueden ser tratadas con un poco de humor y reflexión seria. La caricatura es un vehículo para decir las cosas de manera directa, honesta y sin moralismos, algo que a los ticos nos cuesta mucho en la cotidianidad.

También es una herramienta sencilla y clara para parodiar, ironizar y ridiculizar, al tiempo que se busca un contrapeso (al menos simbólico) a los desequilibrios del poder, las actitudes autoritarias, irracionales, injustas y abusivas, que no merecen un trato condescendiente.

La ausencia de caricaturas políticas en los medios de comunicación masivos en los últimos años ha reanimado visiones limitadas que piensan que una caricatura es una fuente de información neutral y objetiva, donde no tienen cabida el humor o el sarcasmo.

Moralismos atados a estas visiones sienten cualquier crítica como un ataque personal e ignoran la función social de un dibujo, que no es solo una práctica individual de libertad de expresión o una manifestación estética, sino también el lugar de encuentro para conversaciones y discusiones que permanecen como una memoria gráfica, necesaria para ampliar el imaginario colectivo de la historia e identidades costarricenses.